domingo, 14 de setembro de 2014
Todos los niños son científicos
Via SINC
Guillermo García Pedrero
13.09.2014
Con el comienzo del curso, los escolares vuelven a enfrentarse a las asignaturas de ciencias, que, tradicionalmente, han cargado con el sambenito de difíciles. Sin embargo, estudios recientes prueban que la mente infantil es muy permeable al conocimiento y al método científico. Frente a la vieja escuela, las nuevas metodologías de enseñanza fomentan un aprendizaje basado en la creatividad y la curiosidad.
Según un estudio de la Universidad de California, los niños piensan de forma muy similar a la que se emplea en la ciência.
Cuenta el divulgador Bill Bryson en su obra Una breve historia de casi todo que, cuando era niño, en los años 50, contempló con asombro una ilustración de su libro de ciencias, un libro “maltratado, detestado, un mamotreto deprimente”. La imagen era una representación de la Tierra con un corte transversal que permitía diferenciar las distintas capas del planeta y la esfera central de hierro y níquel, “tan caliente como la superficie del Sol”, tal y como indicaba el pie del diagrama.
La pregunta que se hizo Bryson al ver eso, según él mismo relata, fue: “¿Y cómo saben eso?”. Su mente infantil, más allá de sorprenderse por todo lo que se extendía debajo del suelo, quiso saber cómo se hacía para obtener esa información tan fascinante.
Continua
Guillermo García Pedrero
13.09.2014
Con el comienzo del curso, los escolares vuelven a enfrentarse a las asignaturas de ciencias, que, tradicionalmente, han cargado con el sambenito de difíciles. Sin embargo, estudios recientes prueban que la mente infantil es muy permeable al conocimiento y al método científico. Frente a la vieja escuela, las nuevas metodologías de enseñanza fomentan un aprendizaje basado en la creatividad y la curiosidad.
Según un estudio de la Universidad de California, los niños piensan de forma muy similar a la que se emplea en la ciência.
Cuenta el divulgador Bill Bryson en su obra Una breve historia de casi todo que, cuando era niño, en los años 50, contempló con asombro una ilustración de su libro de ciencias, un libro “maltratado, detestado, un mamotreto deprimente”. La imagen era una representación de la Tierra con un corte transversal que permitía diferenciar las distintas capas del planeta y la esfera central de hierro y níquel, “tan caliente como la superficie del Sol”, tal y como indicaba el pie del diagrama.
La pregunta que se hizo Bryson al ver eso, según él mismo relata, fue: “¿Y cómo saben eso?”. Su mente infantil, más allá de sorprenderse por todo lo que se extendía debajo del suelo, quiso saber cómo se hacía para obtener esa información tan fascinante.
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