domingo, 22 de junho de 2014
Hombrecillos verdes y estrellas de neutrones, la historia de lo que pudo ser el primer contacto con extraterrestres
Via Materia
Por Daniel Mediavilla
17.02.2013
En 1967, una extraña señal de radio procedente del espacio exterior hizo que durante unas semanas se plantease la posibilidad de que se había contactado con alienígenas
En el invierno de 1967, un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge se enfrentó por primera vez a la posibilidad de un contacto con extraterrestres. Jocelyn Bell, una joven estudiante de doctorado, llevaba varias semanas observando el cielo con un gran radiotelescopio diseñado por su mentor, Anthony Hewish. El instrumento, una plantación de dos hectáreas de varas unidas entre sí por cables, debía permitir comprender mejor la naturaleza de algunos misteriosos fenómenos cósmicos, como los recién descubiertos quásares. Un día de agosto de 1967, Bell observó una señal extraña, que no parecía una de las frecuentes interferencias que producían las fuentes de radio terrestres ni ninguna de las señales provenientes del universo que se conocían. Tras unas semanas de estudio, descubrió que aquel titileo reaparecía cuando se orientaba el telescopio en una dirección particular.
Continua
Por Daniel Mediavilla
17.02.2013
En 1967, una extraña señal de radio procedente del espacio exterior hizo que durante unas semanas se plantease la posibilidad de que se había contactado con alienígenas
En el invierno de 1967, un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge se enfrentó por primera vez a la posibilidad de un contacto con extraterrestres. Jocelyn Bell, una joven estudiante de doctorado, llevaba varias semanas observando el cielo con un gran radiotelescopio diseñado por su mentor, Anthony Hewish. El instrumento, una plantación de dos hectáreas de varas unidas entre sí por cables, debía permitir comprender mejor la naturaleza de algunos misteriosos fenómenos cósmicos, como los recién descubiertos quásares. Un día de agosto de 1967, Bell observó una señal extraña, que no parecía una de las frecuentes interferencias que producían las fuentes de radio terrestres ni ninguna de las señales provenientes del universo que se conocían. Tras unas semanas de estudio, descubrió que aquel titileo reaparecía cuando se orientaba el telescopio en una dirección particular.
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