Por JUAN ARIAS
03.01.2011
Si hay una pregunta que se hacen los brasileños a las pocas horas de haberse despertado sin Lula ya en el poder y con una mujer al mando del país , desde los más agudos analistas políticos a los trabajadores en los bares, es en qué será diferente Dilma del que ha sido el mayor mito político del país: Lula, "el hijo del pueblo".
La preguntan se la hacían los periodistas a economistas, sociólogos y psicólogos en todos los debates de las redes de televisión, en los programas de radio, y se la hacía la gente común en las redes sociales de internet la noche misma de su toma de posesión y de su primer discurso. "No se parecen en nada", decían los más radicales. "Se parecen en la misma pasión de hacer de Brasil un país desarrollado, sin pobres y con más poder mundial", respondían los más conciliadores.
Quizás quién mejor destacó la diferencia radical entre lo que fue el gobierno del carismático y soñador Lula y lo que podrá ser el de la ex guerrillera Rousseff la haya escrito, el analista político de Folha de Sâo Paulo, Clovis Rossi: "Salen la intuición y el mito y entra la razón pura". Continua
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