quinta-feira, 14 de janeiro de 2010

Zilda Arns




   



Dircurso que seria lido por Zilda Arns no Haiti:

Agradezco la honrosa invitación que me han hecho. Quiero manifestar mi gran alegría por estar aquí con todos ustedes en Puerto Príncipe, Haití, para participar de la asamblea de los religiosos.

Como hermana de 2 Franciscanos e 3 hermanas religiosas de la Congregación de lãs Hermanas Escolares de Nuestra Señora, estoy mucho feliz entre todos ustedes. Doy gracias a Dios por esto momento.

En realidad, todos nosotros estamos aquí, en este encuentro, porque sentimos dentro de nosotros una fuerte llamada a difundir en el mundo la buena noticia de Jesús. La buena noticia, transformada en acciones concretas, es luz y esperanza en la conquista de la PAZ en las familias y en las naciones. La construcción de la Paz empieza en el corazón de lãs personas y tiene su fundamento en el Amor, que tiene sus raíces en la gestación y en La primera infancia, y se transforma en Fraternidad y corresponsabilidad social.

La Paz es una conquista colectiva. Tiene lugar cuando impulsamos a las personas, cuando promovemos los valores culturales y éticos, las actitudes y prácticas de búsqueda del bien común, que aprendemos de nuestro Maestro Jesús: “Yo he venido para que todos tengan vida y la tengan en abundancia.” (Jn 10, 10)

Se espera que los agentes sociales sigan, además las referencias éticas y morales de nuestra Iglesia, sean como Ella, maestra en orientar a las familias y comunidades, especialmente en el área de salud, educación y derechos humanos. De este modo podemos formar masa crítica en las comunidades cristianas y de otras religiones, en favor de la protección del niño desde la concepción, y más excepcionalmente hasta los seis años, y del adolescente. Debemos esforzarnos para que nuestros legisladores elaboren leyes y los gobiernos ejecuten políticas públicas que incentiven la calidad de educación integral de los niños y salud, como prioridad absoluta.

El pueblo siguió Jesús porque tenía palabras de esperanza. Así nosotros somos llamados a anunciar experiencias positivas y caminos que lleven las comunidades, familias el país a serien más justos y fraternos.

Como discípulos y misioneros, invitados a evangelizar, sabemos que la fuerza propulsora de la transformación social está en la práctica del más grande de todos los mandamientos de la Ley de Dios: el Amor, expresado en la solidaridad fraterna, capaz de mover montañas. “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos” significa trabajar por la inclusión social, fruto de la Justicia; significa no tener prejuicios, aplicar nuestros mejores talentos en favor de la Vida Plena, prioritariamente de aquellos que más lo necesitan. Sumar esfuerzos para alcanzar los objetivos, servir con humildad y misericordia, sin perder la propia identidad. Todo este caminar necesita la comunicación constante para iluminar, animar, fortalecer y democratizar nuestra Misión de Fe y Vida. Creemos que esta transformación social exige una inversión máxima de esfuerzos para el desarrollo integral de los niños. Este desarrollo empieza cuando el niño se encuentra aún en el vientre sagrado de su madre. Los niños, cuando están bien cuidados, son semillas de Paz y Esperanza. No existe ser humano más perfecto, más justo, más solidario y sin prejuicios que los niños. Continua



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